El Tabernero se hace mayor, aunque tiene aspecto de mayor desde que le conozco (hace unos diez años) lo que me hace pensar que con el tiempo El Tabernero se dará la vuelta consigo mismo, irá retrocediendo físicamente y rejuvenecerá en aspecto: se le caerá la barba, le crecerá más pelo, encogerá (un poquito, porque también era alto ya cuando le conocí) y a lo mejor nos presenta por fin a Doraemon. Y en ese momento, cuando retorne al cuerpo infantil, El Tabernero se mostrará como realmente es: un niño, un niño en un hombre, un niño grande, que estudia, trabaja y escribe muy bien pero que no ha dejado de tener la percepción inocente y cuasi-mágica que se suele perder con los años, esa que nos permite organizar una charla coloquio sobre los krispies de Kellogg's o montar un debate acerca de los clicks de Playmobil, asuntos tan importantes como la política o la literatura.
O incluso más, él lo sabe bien.
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2 comentarios:
Gracias por tu comentario en mi blog, David.
Hay lugares y personas entrañables que favorecen los encuentros sociales y que son un punto de referencia imprescindible.
Un abrazo.
Muchas felicidades, tabernero. Lo de hacerte mayor es sólo fachada.
Besos.
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