jueves, 25 de noviembre de 2010

El presente de la poesía, según Ángel Guinda

Extraigo estas certeras palabras de la conferencia de Ángel Guinda El devenir de la poesía aragonesa, su presente y ¿su futuro?, pronunciada ayer por la tarde en la Biblioteca de Aragón:

"Expresarse es vivir. Los poetas actuales, felizmente, viven y se expresan con una libertad e inmediatez extraordinarias. En tiempos veloces, confusos y agitados como los que nos corresponde vivir, al igual que toda lectura aguda y crítica debe ser una reescritura, escribir debe ser un leerse después de desleer. Y escribir debe ser cribar: volver y volver sobre lo expresado hasta conseguir transmitirlo de forma personal, de espaldas a toda inercia mimetizadora o de clonación. Porque la poesía, además de intensidad frente a extensión, además de expresión mediante palabra de belleza y de música, debe ser comunicación, fundación del mejor yo posible, transformación -por poetización- del mundo, aspiración a lo inefable.


Hoy se escribe más teoría sobre la poesía que excelente poesía. Y tengo la sensación de que los jóvenes poetas, como base y bagaje cultural para su trabajo, se acercan más al ensayo literario que a las obras de creación de los grandes autores clásicos y contemporáneos.

En relación con lo que acabo de afirmar, varios peligros amenazan actualmente la capacidad creativa de los poetas en Aragón y en el resto de Comunidades. Uno de ellos es el bloqueo que les produce cierta dependencia teórica de la postmodernidad que, en materia artística, tanto ha defendido la "hibridación, la cultura popular, el descentramiento de la autoridad intelectual, la desconfianza en los grandes relatos", de una idea de la postmodernidad sesgada y nihilistamente interpretada, que les lleva a la consideración del "todo vale" cuando no del "todo vale para nada". La misma dependencia que tienen del pensamiento débil de Gianni Vattimo respecto a su valoración de la multiculturalidad; de Derrida, en su entrega a la desconstrucción; o de Anthony Giddens respecto al eclecticismo y la globalización; por citar solo a tres de los pensadores influyentes en las últimas generaciones.

*

Desde hace varias décadas la poesía épica escrita parece haberse volatilizado tras ser monopolizada vertiginosa y prosaicamente por los medios de comunicación.

En una etapa histórica como la actual, de continuas, rápidas transformaciones y avances tecnológicos, pero fundamentalmente de progresiva y alarmante pérdida de identidad del individuo, la poesía lírica, la poesía del yo, nos muestra a sus autores atrapados en un extraño, inseguro y absurdo pudor ante el compromiso de transmitir y confesar al mundo las más íntimas, hondas, graves o trascendentes verdades y preocupaciones de su propio mundo. La inercia de esta actitud, no exenta de pasotismo derrotista o indiferencia temeraria, les lleva a enmascarase de banalidad, de un halo de intrascendencia que está perfilando una preocupante aura de mediocridad.

Debido a esa vertiginosa inmediatez, acentuada por la capacidad instantánea de publicar a través de internet, está cuajando una verdadera generación bloguera. Y nuestros jóvenes poetas parecen instalados en una inquietante devastación de la nada, miran de reojo la tradición literaria y, en consecuencia, muestran cierto desánimo, si no claudicación, ante el reto de la originalidad (como reconocimiento de los propios orígenes) y ante la necesaria profundidad exigente de un discurso filtrado desde la propia identidad, desde la más honda y serena reflexión sobre la misma: un discurso que debe estar encaminado a que su verdad particular alcance validez universal.

La poesía lírica tiene que volver a mirar, más que nunca, al interior del individuo. Y cada individuo -el gran poeta más que nadie- debe encontrar, formar y afirmar su propia cosmovisión, en un acto libérrimo de reafirmación de su consciencia, de su conciencia, de sus personales pensamientos, deseos, sentimientos y emociones."

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