El homenaje de hoy es muy especial, tanto como lo era él: Bela Lugosi.
Bela Lugosi fue uno de los mejores actores de la primera mitad del siglo XX, pero alcanzar el éxito demasiado pronto con su interpretación del Conde Drácula lo llevó al encasillamiento y a una temprana decadencia. Su fuerte acento húngaro fue un exótico atractivo pero también un hándicap lingüístico que le mantuvo atado al cine de terror.
En 1882 tal día como hoy, 20 de octubre, nació Béla Ferenc Dezső Blaskó en la región de Lugos (hoy Lugoj), en aquella época parte de Transilvania y el Imperio Austrohúngaro, y actualmente de Rumanía.
Hijo del banquero István Blasko y de Paula de Vojnich y siendo el pequeño de cuatro hermanos, la familia disfrutaba de un gran nivel económico y una elevada posición social. Pero esta situación duró poco, pues cuando Bela tenía 12 años su padre murió y para evitar la ruina familiar tuvo que ponerse a trabajar: minero, peón, constructor de puentes... trabajos muy duros para un niño, pero afortunadamente la situación se estabilizó pronto y Bela pudo cumplir su sueño y estudiar interpretación, primero en su Lugos natal y después en Budapest, donde llegó a formar parte del Teatro Nacional.
A los 19 años ya era una gran estrella, utilizando Bela Lugosi (“Bela de Lugos”) como nombre artístico y habiendo interpretado ya a Hamlet, MacBeth, Romeo e incluso Jesucristo. Alternaba obras shakespearianas con dramas, papeles de galán (lo que era en la vida real, pues llegó a tener cinco esposas y numerosas amantes) y comedias, demostrando su amplio registro y su capacidad de enfrentarse con éxito a cualquier tipo de interpretación.
Durante la Primera Guerra Mundial fue teniente de infantería en el ejército austrohúngaro, combatiendo en el frente y sufriendo algunas heridas que jamás curarían completamente.
Al finalizar la guerra y disolverse el Imperio Bela continuó metido en política, siendo un gran activista de izquierdas y fundando el sindicato de actores.
En 1917 debutó en el cine con la película “Nászdal”, a la que seguirían una decena más en apenas dos años, pero los problemas políticos de su país le hicieron emigrar a Alemania, donde continuó actuando hasta que en 1921, cuando los inicios de lo que llegaría a ser el nazismo le obligaron a emigrar de nuevo, esta vez a los Estados Unidos.
Durante esos años su popularidad no había dejado de crecer, llegando a trabajar con F. W. Murnau o Michael Curtiz, pero al llegar a EEUU toda la fama que tenía en Europa no le sirvió de nada. Aún así Bela no se rindió y decidió luchar para tener una carrera como actor en América.
Pese a su marcado acento y sin dominar bien aún el inglés, poco a poco le fueron llegando papeles de teatro e incluso alguno en cine, pero siempre secundarios, de poca importancia y sin diálogo. Lo más destacable de esta etapa es su participación en la película “He who gets slapped” protagonizada por el enorme Lon Chaney.
Y a finales de los años 20 llegó su gran momento: consiguió el papel de Conde Drácula en la adaptación teatral de la famosa novela, y la obra tuvo un éxito arrollador.
Bela era el actor ideal para el papel, tanto por su físico como por su procedencia, y por una vez el acento le favorecía en su carrera. La obra estuvo en cartel mucho tiempo, se hicieron giras por todo el país representándola, y en años posteriores se recuperaría esporádicamente.
Con la llegada del cine sonoro a principios de los años 30 los estudios Universal decidieron llevar a la pantalla la historia de Drácula, pero no querían que la protagonziara Lugosi. A pesar de su gran éxito en el teatro, para el cine era un completo desconocido. La Universal quería a Lon Chaney, un actor ya consagrado y muy querido por el público, pero lamentablemente Chaney murió en 1930. Bela vio ahí su oportunidad, pero aún así seguían sin aceptarle. Intentaron contratar a Conrad Veidt (famoso por ser Cesare el sonámbulo en “El Gabinete del Doctor Caligari”) pero éste declinó la oferta.
Sabiendo lo ocurrido unos diez años atrás, cuando Murnau rodó “Nosferatu” sin tener los derechos de la novela de Bram Stoker y después tuvo que pagar una indemnización a la viuda del escritor, Lugosi, decidido a ganarse la confianza del estudio para conseguir el papel, comenzó a cartearse con la viuda de Stoker, y gracias a su labia y su galantería la convenció para que vendiera los derechos de la novela a la Universal, y encima a un precio irrisorio.
Finalmente, el estudio acabo accediendo y Bela Lugosi obtuvo el papel que le alzaría a la gloria, el de Conde Drácula en el film dirigido por Tod Browning en 1931.
Al igual que la obra de teatro la película fue un rotundo éxito, a pesar de su más que discutible calidad técnica: la restringida libertad creativa del director, los fallos de guión, los recortes de metraje y los problemas de continuidad en muchas secuencias. Tiene una ambientación y una fotografía magníficas, pero es constante la sensación de falta de presupuesto. Sin embargo, eso no impidió a Bela hacer una de las mejores actuaciones de su carrera, revolucionando el concepto de “malvado”. Hasta ese momento, todos los malos de las películas habían sido monstruos, seres deformes u hombres con expresión malévola que ya mostraba sus intenciones. Drácula no, Drácula era un galán, inteligente, cortés, elegante, nadie imaginaba el horror que se escondía detrás de un hombre tan apuesto y atento.
Tras este éxito, Bela se creció. Creyó que ahora podría empezar a demostrar lo que valía de verdad, por eso cuando le ofrecieron ser el monstruo de Frankenstein lo rechazó, alegando que no era digno de alguien de su nivel actuar en un papel sin diálogo y con maquillaje ocultando su rostro hasta dejarlo casi irreconocible. Pero el estudio encontró a otro actor, un semidesconocido que se hacía llamar Boris Karloff, y cuando la película “Frankenstein” tuvo un éxito igual o incluso mayor que Drácula... comenzó la decadencia para Lugosi.
Karloff era británico, de formas correctas y educadas, y pronunciaba bien. Lugosi era húngaro, pese a llevar más de diez años en América aún tenía problemas de dicción, y tenía bastante mal genio cuando algo no era de su agrado en algún proyecto. Por eso los estudios preferían tratar con Boris y poco a poco fueron dejando de lado a Bela, que se quedó encasillado en el cine de terror sin poder probar suerte en otros géneros. Aún así trabajo no le faltó, su fama todavía estaba ahí y siguió actuando, ya fuera para grandes estudios como en films más pequeños.
En 1932 interpretó al malvado Doctor Miracle en “Doble asesinato en la Rue Morgue”, a un hechicero creador de muertos vivientes en “White Zombie”, al enemigo de “Chandu el Mago”, protagonizó el thriller policiaco “El beso de la muerte”, y apareció brevemente en la genial “La Isla de las Almas Perdidas” como una de las criaturas del Doctor Moreau.
Durante el año siguiente realizaría algunas películas menores, y en 1934 llegó su primera aparición conjunta con Boris Karloff, “The Black Cat” (aquí traducida inexplicablemente como “Satanás”). En esta película Lugosi consigue hacer de galán normal, incluso de héroe, interpretando a un hombre en busca del asesino de su familia, que no es otro que Karloff.
A destacar la escena final en la que Bela despelleja sádicamente a Boris...
Ese año grabó una secuela de “Chandu el Mago” y al año siguiente trabajó de nuevo con Tod Browning en “La Marca del Vampiro”, un remake de “London After Midnight”, también de Browning.
En “El Cuervo” hizo su segunda aparición conjunta con Karloff. Bastante mejor que su predecesora, en esta Bela interpreta a un doctor frío, calculador y apasionado por las máquinas de tortura descritas en las obras de Edgar Allan Poe, mientras que Karloff es su deforme criado.
Volvieron a aparecer juntos en “El poder invisible”, en la que Bela ya tuvo un papel menor respecto a Karloff, y en “El Hijo de Frankenstein”, donde Boris hace de Monstruo por última vez y Lugosi interpreta al sirviente Ygor.
En esa época la estrella de Bela comenzó a apagarse. Su situación económica era realmente frágil, a pesar de que aún hacía giras de teatro con la obra Drácula y de que participaba en numerosas películas, pero casi todas pequeñas y de ínfima calidad (aunque ganaban mucho con su presencia, pues aun estando al borde de la ruina y trabajando con material de segunda siempre mantuvo su profesionalidad y entrega). En 1938 se vio incluso obligado a pedir dinero prestado cuando nació su único hijo, Bela G. Lugosi, para poder pagar el hospital...
A partir de aquí todo fueron vaivenes de popularidad hasta el descenso y el olvido casi definitivos. Pero esto lo veremos mañana.
lunes, 20 de octubre de 2008
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1 comentario:
davicin te pongo una cancion de un grupo que a mi me gusta mucho que se llama Bauhaus y que se la dedicaron a esta persona:
Bela Lugosi's Dead
White on white translucent black capes
Back on the rack
Bela Lugosi's dead
The bats have left the bell tower
The victims have been bled
Red velvet lines the black box
Bela Lugosi's dead
Undead undead undead
The virginal brides file past his tomb
Strewn with time's dead flowers
Bereft in deathly bloom
Alone in a darkened room
The count
Bela Logosi's dead
Undead undead undead
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